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Nos dieron cámaras instantáneas y aplicaciones para filtrar la imagen, y la tragedia, es que esto llegó antes de que aprendiéramos a educar nuestra autoestima. Hoy somos algo débiles pero con egos fuertes y expuestos, quebradizos frente al primer fracaso vital, pero con lindas fotos.


Crecer en redes, de repente, significó comenzar a tener un compromiso con una comunidad invisible. A cambio de que ellos te hacen sentir especial, uno debe darles contenido de valor. Y todo aquello comenzó a sonar, intempestivamente, como un intercambio de mi alma por mi tiempo. Y ya no tenía espacio para escribir, todo se resumía a: publicar y crear.


La falsa promesa de la fama y el ego inflado por los elogios son el camino a la inquietud, y un alma inquieta, solo dejará de crear. Porque no es la inquietud tormentosa que desemboca en grandes piezas, es una inquietud ansiosa proveniente de querer más. Una ambición desmedida acerca de lo que significa querer ser viral, como la nueva lotería de las generaciones jóvenes (y no tanto).


Ese tipo de inquietud, asociada al reconocimiento, solo levanta la cortina del tan temido bloqueo creativo.


¿Dónde empieza y dónde termina el mundo real?



 

Cuando empecé el blog -no es el primero que tengo, de hecho blogueo desde los 16 años- decidí que todos los martes iba a publicar algo. A veces mis escritos son sincrónicos, a veces no. Hoy me enfrento al poder y sumisión de la sincronicidad y las tareas autoimpuestas. ¿Ganas de escribir algo puntual para el blog? No precisamente. ¿Pude encontrar un texto antiguo digno de ser publicado? No busqué con suficiente entusiasmo. ¿Conclusión? Mi inconsciente quería escribir.


¿Qué nos pasa con las tareas autoimpuestas y el sufrimiento de hacer aquello que nos conduce, en el futuro, a un estado de plenitud absoluto? El psicólogo lo llamará autoboicot, para mí sigue siendo un misterio. Es el acto contrario de la manifestación, es la antimanifestación. Somos enemigos de nosotros mismos. Evitamos nuestro éxito. Eludimos nuestro bienestar.


¿Qué tendencia nos posee como seres humanos que tenemos este tipo de conductas? No sé si habrá una respuesta única y perfecta, pero es posible que simplemente sea holgazanería, vagancia. Cumplir sueños conlleva un trabajo, más allá de la satisfacción. Cuando cumplo un sueño estoy aceptando los términos y condiciones de ese sueño. Lo que pasa antes, lo que pasará después, aprender a manejar la alegría y felicidad que me produce y, el síndrome del nido vacío de sueños (del que poco se habla).


¿Qué ocurre en nuestras almas cuando la chispa del sueño se enciende y luego se apaga porque el sueño se cumplió? Tal vez ese autoboicot es una forma de protección. No siempre estamos preparados para cumplir sueños ni tenemos las herramientas adecuadas para manejar la nueva vida que los sueños acarrean. Un sueño cumplido puede transformarse en una pesadilla.


Elaboremos lo que deseamos, trabajemos por ello y evaluemos, siempre, las luces y sombras de cada proyecto que emprendamos. No vaya a ser que, de tanto soñar, nos quedemos dormidos.

 
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¿Querés estar en mi universo?

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© 2024 Creado por Emily Cabrera M, todos los derechos reservados

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